Color de la piel
Quienes tienen la piel más oscura tienen un mayor riesgo de presentar deficiencia de vitamina D porque el pigmento de la piel está directamente relacionado con los niveles de vitamina D que produce el cuerpo. Algunas investigaciones sugieren que quienes son más oscuros de piel, podrían requerir exponerse al sol hasta 10 veces más que quienes tienen la piel más clara, para producir una cantidad comparable de vitamina D.
Peso excesivo
La vitamina D es soluble en grasa, lo que significa que la grasa que hay en nuestro cuerpo es el vehículo para recolectarla y almacenarla. De manera que, si padeces de sobrepeso, la cantidad excedente de grasa que hay en tu cuerpo, requiere una cantidad equiparable de vitamina D para que pueda absorberse. Así pues, necesitarás mucha más vitamina D que alguien que tiene un bajo porcentaje de grasa corporal.
Problemas intestinales
Existen además, ciertos problemas intestinales que provocan una menor absorción de grasa, lo que también pueden reducir tu capacidad de absorción de vitamina D.
Ahora bien, puedes incluir la vitamina D en tu dieta diaria a través de algunos alimentos como: Los pescados grasos (como el salmón y la trucha), la leche (de vaca, de almendra o de soya), el yogurt, las yemas de huevo, el zumo de naranja fortificado, y los cereales fortificados. Sin embargo, la cantidad de vitamina D que contienen estos alimentos es bastante baja.
Es difícil recibir la cantidad suficiente de luz solar para que nuestro cuerpo produzca vitamina D. Y además, dependiendo de tus hábitos, tu dieta diaria, podría no estarte aportando la cantidad necesaria. La buena noticia, es que afortunadamente, podemos superar ese panorama nublado en torno a la vitamina D.