Si nos remitimos a la historia de Yosef (el Patriarca) hijo de Jacob y Raquel, hubo un momento en el que revela su identidad a sus hermanos y los perdona por haberlo vendido como esclavo. Es una hermosa historia. Se podría asumir fácilmente que Yosef perdona a sus hermanos porque es “lo correcto”. No obstante, el Zóhar nos enseña que la razón por la que Yosef perdonó a sus hermanos tiene raíces aún más profundas.
Yosef los perdona porque entiende claramente y tiene la certeza de que cada minuto de su vida —incluso el sufrimiento de haber sido vendido como esclavo— fue diseñado para convertirlo en el hombre, que estaba destinado a ser.
Al redactar nuestros propósitos de año nuevo, nos convendría a todos, ver que todo en nuestra vida está lleno de propósito, de significado y de perfección. Cuando entramos en contacto con esta profunda pero intrínseca verdad, podemos comenzar a ver hasta los momentos difíciles como bendiciones. Podemos dejar de clasificar las cosas como buenas o malas, y más bien entender que todas las situaciones son catalizadoras de nuestro crecimiento.
Con esto en mente, reemplacemos la pregunta “¿Por qué a mí?” por “¿Qué me enseña esto?”. Así podríamos dejar de culpar a los demás y, como Yosef, comenzar a perdonar.