Existen 4 tipos de personas:
1.- Los que no trabajan.
2.- Los que sí trabajan, pero no les gusta su trabajo, o sea, trabajan SÓLO por necesidad de ganar dinero.
3.- Los que sí trabajan y les gusta su trabajo: También trabajan por necesidad de ganar dinero para pagar sus cuentas y comprarse sus caprichos.
4.- Los que se dedican a lo que les APASIONA.
Las personas de los 2 primeros tipos, están muy lejos de vivir una vida con SENTIDO.
El tercer tipo es la mayoría. Cuando trabajas en algo que te gusta, ciertamente experimentas cierto nivel de satisfacción. Tus días pueden ser agradables, o no, y tus tareas laborales pueden traerte algunos momentos de alegría, dejándote “temporalmente” satisfecho, pero sigue siendo un “trabajo”, es decir, no mola…
Lo que hoy te trae felicidad, mañana te deja insatisfecho. Esto nos lleva a un ciclo constante de búsqueda de novedad y cambio, sin nunca alcanzar la Plenitud duradera.
Ahora bien, Cuando descubres aquello que te apasiona, y consigues un retorno económico con ello, no solo experimentas momentos de alegría, sino que trasciendes los límites de lo ordinario.
El trabajo deja de ser una obligación y se convierte en una expresión auténtica de tu ser, en una Diversión, que además te alimenta, te nutre.
Cada día se convierte en una oportunidad para hacer una diferencia real en tu vida y en el mundo que te rodea.
Las personas que viven sus pasiones enfrentan desafíos con determinación y perseverancia.
Cada obstáculo se convierte en una oportunidad de aprendizaje, y cada logro se transforma en un escalón hacia un propósito más profundo.
No solo creas un impacto en tu propia vida, sino que también inspiras a otros a perseguir sus sueños con fervor.
El tiempo es un recurso precioso y limitado. Cuando dedicas la mayor parte de tus días a algo que te apasiona, cada momento se vuelve significativo, mágico, grandioso.
Así que, ¿por qué conformarse con lo que es temporal cuando puedes abrazar lo que es eterno?
